Darth Plagueis: de la anécdota al mito


Hay un momento del Episodio III en que la estética deja paso al Mito. Es una sola escena. Un destello entre el CGI y el croma. Un espejismo acaso, dentro de un guión que nos llevaba de la oreja hacia la esperada caída de Anakin Skywalker hacia el Lado Oscuro. En esa escena, el canciller Palpatine le cuenta al joven jedi la tragedia del sabio Plagueis. Un cuento, no puede ser de otra manera ya que Star Wars es el cuento de hadas definitivo, que aleccionaba y espoleaba al todavía reticente Anakin para que abrazara a los Sith. Más poder, más sabiduría. Palpatine le promete el milagro absoluto: crear vida o, mucho más conveniente, devolverla de la muerte.

Esta historia se queda ahí, como un ancla en las motivaciones de los futuros maestros y aprendiz. Una anécdota. Pero en universo expandido de Star Wars hasta las anécdotas se convierten en grandes historias.
Y años más tarde y bajo el paraguas del sello “Legends” nos toca averiguar algo más de ese nombre soltado casi por azar por el pérfido Darth Sidious: Darth Plagueis de James Luceno.

James Luceno es un arquitecto del Universo Expandido de Star Wars. Un autor capaz de crear coherencia argumental entre sus propias novelas y con la continuidad del resto de productos de la marca. Velo de Traiciones, Laberinto del Mal o Darth Vader: El Señor Oscuro, son ejemplos de que su capacidad para dar al lector las bases de un “mundo” star wars cohesionado y datado de sentido político, social e incluso sociológico. Y es en la sección “precuelas” donde ha brillado ese interés por argumentar los hilos sueltos de las películas. Darth Plagueis no es tan sólo la biografía del maestro Sith que dio forma a Palpatine; no es una aventura de acción; es el contexto histórico y filosófico de una época. Y ahí es donde puede llegar la principal flaqueza de la novela.

Darth Plagueis nos cuenta la vida de un muun sensible a la Fuerza que rompe violentamente, no puede ser de otra forma, el enlace entre maestro y aprendiz de los Sith matando a su mentor, Darth Tenebrous. Después de acaparar poder e influencias conoce a un joven de Naboo que puede ser el aprendiz ansiado para un plan mayor: conquista la Galaxia. La maldad Sith argumentada tras la investigación sobre la esencia y límites de la Fuerza, el manejo de los midiclorianos (sí, aquí leerás esta infame palabra muchas veces) y, en definitiva, la consecución del poder absoluto. ¿Y cómo nos lo narra Luceno? Contando la vida del joven de Naboo. La novela se centra más en el joven Palpatine que en su maestro; que pasa a ser más un elemento pasivo, casi un deus ex machina en ocasiones, que un protagonista. 


Los hechos se hilvanan para enlazar el texto con las películas en una carrera casi agotadora en su último centenar de páginas, como si el autor se acordara de tiene que todo tiene que estar atado y bien atado. Y eso, como buen arquitecto de la ficción galáctica, lo hace muy bien. Ata cabos, complementa. Pero no hay épica. Lo que se apuntó en la escena de la ópera del Episodio III se diluye un tanto, como si no hicieran falta tantas páginas y no se terminar de ver la influencia de Plagueis en Sidious. Pero claro, en esa escena quien habla es un mentiroso. Tampoco podemos creerle como el desesperado Anakin. La verdad, la amarga verdad del maestro de Palpatine es más prosaica, más necesaria y triste.

Una novela “Legends” que se aprecia por su interés enciclopédico y la prosa de un Luceno que no escatima en adornar y describir un Universo Expandido que es más rico en su versión divergente que las películas.

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